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Escuchar como acción. Hablar el silencio como militancia

Alberto Sarlo, Cuenteros, verseros y poetas

Fecha de Publicación: 01.09.2021

¿Cuál es la clave para alfabetizar a miles de pibes en un centro de tortura como lo es el sector de máxima seguridad de la Unidad 23 de Florencio Varela? ¿Cómo erradicar facas y drogas en una institución que asesina a un prese cada dos días (datos oficiales de la CPM y Procuración Nacional)? ¿Cómo hace un docente para que miles de compañeres analfabetos funcionales de un pabellón de «población», lean a Heidegger, experimenten con Borges, deconstruyan a Shakespeare y resistan con escritura el genocidio por goteo del cual son víctimas? ¿Cómo se hace para publicar autogestivamente 32 mil libros y regalarlos a villas y comedores del conurbano sin aceptar donaciones de nadie?

 

La respuesta es sencilla: DESAPRENDIENDO TODA LA CURRÍCULA DEL MUNDO DEL PRIVILEGIO. Cuando uno, como docente, se baja del púlpito y matea con el piberío, LE ESTÁ CEDIENDO LA PALABRA AL QUE ESTUVO SILENCIADO. La semana pasada leímos en el pabellón 4 a Byung-Chul Hang, un filósofo muy popular en estos días, que se nutre mucho en Heidegger, Nietzsche y Foucault (autores muy leídos en el pabellón 4). Hang destaca que la escucha tiene una dimensión política. Es una acción, una participación activa en la existencia de otros, y también en sus sufrimientos. Escuchar al sufrido, al negro, al chorro, al desamparado, es lo único que nos enlaza para crear una comunidad. En Instagram, en Tick Tock, en Facebook, vemos y oímos muchas cosas, pero PERDEMOS LA CAPACIDAD DE ESCUCHAR al «otro», al distinto. El lenguaje del marginado de la sociedad, es muy diferente al lenguaje cartesiano del «hombre blanco», del ciudadano que habita en un estado de derecho (estado negado a quienes fueron expulsados del sistema). Quien no escucha el sufrimiento del otro, repele y rechaza. El rechazado es reprimido y asesinado al ritmo de un cadáver cada dos días. Hang nos dice que el sufrimiento se privatiza y se individualiza. No se establece ningún enlace entre mi sufrimiento y tu sufrimiento. Se pasa por alto la sociabilidad del sufrimiento. La sociedad se olvidó de pensar en la comunidad porque se olvidó de escuchar.

 

Evidentemente está militancia molesta al Ministerio de Justicia, al Poder Judicial y a los matones del SPB. Hicimos todo lo que hicimos sin apoyo alguno y resistiendo los ataques de estas instituciones. Pese a ello, en el Pabellón 4 seguimos escuchando para poder generar comunidad. Luego de escuchar, hablamos el silencio de aquellos a quienes les han quitado su voz. Su voz merece ser escuchada. Sus vidas merecen ser respetadas.

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